Siempre he amado amado el fútbol. Pero reconozco que todo lo que sé de este deporte se lo debo a mi papá (Marcelo Barticciotto). Él siempre me ha dado consejos pero nunca me ha impuesto sus pensamientos e ideas. Por eso, quizás, partí tarde a jugar en cadetes. Los recuerdos que tengo del fútbol más latentes son cuando él fue director técnico. En ese tiempo se me activó esto de “amar al fútbol” porque vi cosas de este deporte por dentro. Si bien no tengo una gran trayectoria futbolística, les puedo contar que jugué en todas las categorías de la selección del Colegio Pedro de Valdivia de Las Condes. Jugaba de delantero centro pero nunca hice mil goles. Tengo grandes recuerdos de esa época. En cuarto medio, en el Colegio, me gané unos pasajes a Buenos Aires por ser el mejor jugador de esta generación en la Copa Copec.
Pese a que siempre me llamó la atención ir a jugar a cadetes, nunca lo plantee en mi familia como algo real, por eso mi papá no me llevó a ningún Club porque no lo tomaba como una posibilidad. Pero eso cambió cuando mi papá llegó a Audax Italiano yo estaba en tercero medio. En ese momento quise sacarme el gustito y le pedí que me consiguiera una prueba en cadetes. Así fue como me fui a probar y quedé en la sub 17. Me vieron y me inscribieron de inmediato. Estuve, algo así como cuatro meses en ese equipo. Yo pensé que iba a demorar en adaptarme al Club y a mis compañero, pero al mes ya tuve mi primera citación oficial. Y logré jugar cinco partidos pese a que habían algunas diferencias físicas entre mis compañeros y yo. La generación en la que participé estuvo Felipe Mora. Luego, en los meses siguientes, el técnico no me tuvo considerado y me aburrí. Lamentablemente no supe resolver bien esa situación y agarré mis cosas y me fui. Hasta el día de hoy me arrepiento de lo que hice porque no supe afrontar esa situación tan típica del fútbol. Luego, más grande fui a la prueba de jugadores de la Universidad Adolfo Ibañez y quedé. Hice mi carrera en la Selección jugando siete años pese a una lesión de ligamentos bien grave que tuve. Ganamos dos campeonatos Adupri, algo que la UAI no había logrado nunca. El último título que ganamos incluso fui el capitán. Esa experiencia fue muy bonita y muy importante ya que se abordó con mucho profesionalismo. Entrenábamos dos veces a la semana a las 8:00 am y había una gran disciplina.
A La Academia llegué en 2012 gracias a mi hermano Lucas. Los primeros años me costó entrar al equipo. La segunda temporada anduve mejor: pude jugar de lateral volante por izquierda y también por derecha. Recuerdo que salimos campeones en la Liga Aeropuerto. Pero en 2017 lamentablemente me corté los ligamentos y estuve todo ese año sin jugar. En 2018 volví y fue un muy buen año ya que además salimos campeones del Torneo de Apertura. Con la lesión también cambió un poco mi manera de jugar. Ya no encaraba tanto, era más pensante y más participativo en el juego. Ese año salí elegido el Mejor del Campeonato en la Liga San José. Creo que debo mejorar muchas cosas en mi juego. Me desconcentro, a veces, y por eso pierdo el balón. Este 2020 me gustaría jugar la mayor cantidad de partidos cuando podamos volver tras la suspensión. Para mi, La Academia es mi equipo del alma. No me gustaría dejarlo nunca y quiero ganarlo todo con este equipo.