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Diego Riveros jugaba en las inferiores de la UC cuando el estadio de Católica estaba en Independencia. Ahora tiene 65 años y su hijo, que también se llama Diego Riveros, pone el fútbol en el mediocampo de Charrúa junior. «Quería que también fuera de la UC, pero salió colocolino», dice Riveros padre, que siempre ha ido a ver jugar a Diego, pero recién este fin de semana debutó como hincha en la Liga San José. «Fui con mi nieto Benjamín, sobrino de Diego, así que un ojo para la cancha y otro para el nieto, que estaba en los juegos correteando», cuenta. Para Riveros, los partidos de su hijo son momentos valiosos, «porque puedo disfrutar de su compañía. Hace mucho tiempo ya que se fue de la casa y no vivimos juntos. También es un momento de esparcimiento en un ambiente natural, rodeado de cerros, de verde y buen aire».