De izquierda a derecha: Raimundo Vergara y su hija Sara, de dos años y medio; Alberto Bisañez llevando el coche de Salvador Ovalle, de dos años; al lado, Camilo Núñez; y finalmente Nicolás Ovalle, con su hijo León, de cuatro años, hermano de Salvador. Son todos de Cocodrilo, un club de los más clásicos de la Liga San José. Raimundo cuenta que a Sara la lleva a la cancha desde que la doctora lo autorizó a sacarla de la casa. “Al principio se ponía a llorar cuando yo entraba a jugar, pero ahora ya no, porque la cuidan los compañeros de equipo”, explica.
Del grupo de padres e hijos de la foto, el único que está soltero y sin niños es Bisañez, pero es “guaguatero”, dicen los jugadores, “y le gusta cuidar a los cabros”. Como en el equipo hay un grupo “que se puso las pilas al mismo tiempo”, comenta Vergara, es bastante probable que en diez años puedan fundar la escuelita de Cocodrilo. Al menos hay dos generaciones aseguradas, la que juega actualmente y el grupo de entre seis y siete niños que, al igual que sus padres, van sagradamente a la liga cada sábado, aunque el frío sea extremo o el calor no se soporte.